Creo que quise obligar a tu ego a morir. Creo que no medí las consecuencias antes de llevar a cabo mis planes, hasta que fue demasiado tarde y las consecuencias se me vinieron encima, como suele pasar. Hoy en día no puedo decir que me enorgullezco, lo cual es una lástima y un alivio, porque una yo orgullosa de sí misma sería peligrosa, tendría demasiada facilidad para provocar desastres y cometer errores, tendría una facilidad increíble para creerse su mundito pequeño, inmundo, repudiable, en el cual tantos años me refugié, en el cual a veces me sigo refugiando.
Unos versitos de poesía lisonjera no van servir nunca para deshacerse del veneno, porque cuando te hierve la sangre y te explota el cerebro la poesía no te alivia. Te estresa. Se te acalambran las ideas.
Hoy vuelvo a ser un ser frágil que ama su fragilidad. Hoy vuelvo a ser yo porque nunca me fui, y vuelvo en embestida.
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