Debería estar estudiando. Debería estar estudiando porque tengo que rendir y de eso depende mi ingreso a la universidad. Debería, debería, debería... estoy un poco cansada. Hacer lo que "debería" hacer jamás está entre las cosas que me siento dispuesta hacer, las cosas que quiero hacer.
Por eso estoy en mi cuarto ahora escuchando The Fame Monster.
Canto Bad Romance. Hago los movimientos de la coreografía sentada en la silla. Escucho Speechless. Canto. Sí, desafino. Y me encanta. Me encanta porque soy libre de cantar, de desafinar, de bailar y de reírme. Me encanta porque puedo hacer lo que quiera, como donde y cuando quiera, y quizás no es tan así, pero sentirse así, es inusual. Sé bien que en vez de estar acá escribiendo una oda al liberalismo tendría que estudiar, en efecto, pero no lo voy a hacer ahora. Me conozco.
Lately, estuve tirando cosas sin sentido. Estuve haciendo lo que odio: contar una boludez o dos en un par de líneas y pretender que me aplaudan o que se entienda. Como me fastidian las personas que dicen, escribe, hablan y no profundizan. ¿O vos te creés, pendeja, que Nietzsche escribió The Anti-Christian basándose en pelotudeces personales o que Romeo y Julieta era un cuento de dos pelotudos que se juntaron a tomar un helado? No, bueno, entonces bajate de la nube y no te creas Shakespeare. A ver: no pretendo que se me llegue a comprender (¡comprensión! una palabra a tiempo), lo único que puedo llegar a pretender es que se me entienda. Si me entendés, y yo a vos, y todos empezamos a entendernos, el mundo mejora, ¿estamos todos de acuerdo, no?
Y ahora, mi voz interna: ¿a quién le hablás, trastornada?
Te hablo a vos que leés esto desde tu más profunda hipocresía porque hasta podrías llegar a negar que lo leíste, ¿no entendés? Lo que digan o piensen de mí
a) me importa demasiado ó
b) no me importa.
Pero todos tenemos a aquellos que anulan nuestro ego, y a aquellos, por qué no, que lo despedazan, lo patean, lo pisan y lo dejan ahí tirado cual materia putrefacta. Muy impresionante.
El ataque al ego es, en serio, muy impresionante. Te puede dejar liso como un papel o impedirte volver a tener un poco de amor propio por el resto de tu vacía existencia porque, si tenemos que sincerarnos, jamás olvidaremos a aquel que nos aplastó el ego hasta dejarlo en el subsuelo. No vas a olvidar al alma insensible que enterró tu autoestima. Jamás, jamás, nunca.
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