A veces, cuando me miraba, me quedaba muda. ¿Y qué iba a decirle? Cualquier cosa iba a sonar pueril, o estúpida. Odiosa, azucarada. Excesiva.
Pero, así y todo, dio el primer paso. Así y todo, terminé siendo y haciendo lo que no quería ser, ni hacer. Aún así, aún ahí. Con mis condiciones, mis pretextos, y pretensiones. Mi todo. Mi lado más humano, y menos huraño. Mi forma de ser desordenada, el cataclismo de ser fiel a mí misma y el cataclismo moral. Y, por supuesto, lo inmoral, que es también lo normal, y a veces lo ideal.
Así llegué y acá estoy.
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