sábado, 29 de enero de 2011

Ex-wife syndrome.





Y así trabajaba mi mente cuando tenía quince años, comparate todo lo que quieras. Era un léxico interesante, agrio. Aunque tengo que decir que, si mal no recuerdo, en ese momento de mi vida el sarcasmo y la ironía poco me importaban, las palabras que decía pugnaban a explotarme en el pecho en cualquier momento si no las decía, me venían a la mente con una facilidad perturbadora. Sí, era perturbador, porque hablaba y/o escribía, y en el momento en que tales cosas sucedían, me enteraba de que lo que en realidad me estaba pasando. Porque siempre analicé mi psiquis, siempre revolví y revolví en mi interior buscando al causante de mis males, y siempre era el mismo: myself. Por distintos motivos, distintas causas, en distintas ocasiones, siempre era yo. Alguna vez me han dicho que suelo culpar a los demás por lo que me pasa, pero creo fervientemente que no hay concepto más equivocado que ese; yo me culpo a mí por lo que me pasa. que soy responsable. Lo sigo viendo así ahora y probablemente siga viéndolo así siempre, porque hay una parte de mí (una gran parte), que nunca cambia. Persiste. Resiste. Es inmune al paso de los años, a las heridas y la experiencia. No sólo no le afectan, sino que tampoco la dejan crecer. No es algo así como una niña interna. Es más bien una esencia.

lunes, 24 de enero de 2011

Constante alucinación.

Gran parte de lo que me pasa se debe, sí, a una constante alucinación. Pero también se debe a todo lo que alguna vez me dijiste, a todas las partes de mi que modificaste, o bien intentaste modificar. Una de mis metas (quizás no la más importante de ellas ni la que más ansío, pero una de ellas), es taparte la boca. Hacer que te tragues una a una cada una de las palabras que alguna vez dijiste, que te tragues tu propio veneno y ruegues una vez más que el mundo se ponga al revés. Y no vas a conseguirlo.
I'll make it. You won't.

domingo, 23 de enero de 2011

Vinilo ~

Creo que quise obligar a tu ego a morir. Creo que no medí las consecuencias antes de llevar a cabo mis planes, hasta que fue demasiado tarde y las consecuencias se me vinieron encima, como suele pasar. Hoy en día no puedo decir que me enorgullezco, lo cual es una lástima y un alivio, porque una yo orgullosa de sí misma sería peligrosa, tendría demasiada facilidad para provocar desastres y cometer errores, tendría una facilidad increíble para creerse su mundito pequeño, inmundo, repudiable, en el cual tantos años me refugié, en el cual a veces me sigo refugiando.

Unos versitos de poesía lisonjera no van servir nunca para deshacerse del veneno, porque cuando te hierve la sangre y te explota el cerebro la poesía no te alivia. Te estresa. Se te acalambran las ideas.

Hoy vuelvo a ser un ser frágil que ama su fragilidad. Hoy vuelvo a ser yo porque nunca me fui, y vuelvo en embestida.

martes, 11 de enero de 2011

No es ego. No.

Veo como te engañás y me causa gracia e incluso me deja un poco de amargura, una especie de bittersweet taste en la lengua que hace que me pregunte muchas cosas... ¿realmente te considerás así, como intentás mostrarte? ¿o no es más que esa máscara que tanto te describe? La verdad no tengo intenciones de perder mi tiempo siquiera intentando hacer la mitad de las cosas que vos hacés porque lo superficial, lo superfluo, lo carente de sentido jamás captó mi atención. Me río de tus errores, ¿está mal? Pero no me río con maldad, me río porque casi, casi que me das ternura. Sé que necesitás atrevesar muchos cambios para definirte, sé que apenas empezás a percatarte de lo que significa formar parte de esta marea de gente, sé que estás dando tus primeros pasos, y te miro desde muchos, muchos kilómetros más allá. No me siento más que vos, pero ciertamente no me siento menos ni me sentiré nunca porque el simple acto de estudiar tus expresiones y ver que son un símil de las mías, me recuerda adonde estoy.