lunes, 13 de septiembre de 2010

Monday, you can fall apart.

Hoy me levanté sin demasiadas ganas de hacer nada, y en realidad en un primero momento intenté revertirlo, sacar, como siempre, ganas de donde no hay para poder empezar mi día y seguir con mi vida. Debí suponer que un lunes no iba a funcionar. En lugar de ir a la escuela, me desperté mucho más tarde, apagué el despertador y lo fui poniendo diez, cinco minutos más, y así hasta las 8:30 AM, hora en la cual ya debería estar en la escuela. Y no me fui a ningún lado, me hice un café y me quedé en mi cuarto. Arreglándome el pelo, viendo qué hacer, pero me rendí después de un rato porque ni pelo no tiene arreglo (¿no necesita arreglo?); es negro, lacio, ¿qué arreglo puede tener? Estoy a punto, sé que estoy al borde de caerme en el pozo que yo misma cavo en cada minuto muerto, para después arrojarme voluntariosamente dentro de él. Cavo mi pozo cada día que pasa y no hago nada por modificar lo que me afecta, cada vez que expresó en vos alta o como sea la inconformidad que siento conmigo misma, con mi vida y mí presente. El yo de ahora. Que si vamos al caso, todos los estados por los cuales pasé tenían algo que no me gustaba, y este que se forjó ahora, que vendría a ser un ente consecuente de todos los otros, me tiene bastante preocupada; porque este estado de ahora no hace mucho más que preguntarse, ¿adónde voy? ¿Voy? Hasta el los momentos en los cuales siento algo parecido a la felicidad y la conformidad, me pregunto, ¿son reales? ¿O son solamente una mentira para poder tapar todo lo demás? Porque no hay blanco sin negro o luz sin oscuridad, y eso es sabido, pero al margen de eso. Pareciera que jamás puedo percibir la felicidad auténtica cuando está presente. O quizás jamás sentí auténtica felicidad debido a vaya a saber qué causas. Sé que tengo mil cosas que hacer y que es prácticamente imposible no distraerme, no mantener mi mente ocupada en asuntos que no tengan que ver con una inminente depresión y un deseo de dormir prolongadamente por días y días, o en su defecto desconectarme del mundo en caso de que tal cosa fuese posible, pero siempre tengo algo de que quejarme, siempre hay algo en mi vida que no termina de convencerme. De todos esos estados inestables (irónico, ¿no?), no hay uno solo que no haya considerado, en algún aspecto, de carácter disfuncional cuando se lo compara con el mundo que me rodea y/o con las cosas que debería hacer en lugar de estar quejándome, como de costumbre, de mi persona. Que en todo caso tengo los recursos para cambiar lo que me molesta, pero no lo hago ¿Y por qué? No lo sé. No tengo todas las respuestas, ojala las tuviera. Me permitirían pensar con algo más de claridad. Soy esto que soy y algunas veces me resigno, otras me quejo, otras como hoy me enojo y me culpo. Será que mi parte pensante (mi hemisferio derecho, el que se encarga de analizar este tipo de problemas técnicos de mi psiquis), no se lleva muy bien con mi persona y con los cuestionamientos que esta última se plantea todo el tiempo. Porque todo el tiempo (o casi, no quiero exagerar [como siempre]) se me viene algún tipo de cuestionamiento a la mente, y pocas, muy pocas veces tiene que ver con los otros, a diferencia de lo que muchos otros podrían a llegar a pensar o a considerar. Con el resto, soy una mera observadora: miro acá y allá, veo cosas que me gustan y otras que me disgustan. Pero al ver a otra persona, me pregunto cómo me verán los demás a mí. Si soy de tal modo o de tal otro para con los demás, porque la visión que tengo de mi misma es demasiado confusa. Demasiado. A veces me gustaría ser otra persona para hacerme bajar de la nube. Wake up, gurl. There’s more than this in the world, o algo. Y como para mejorarlo, me da la sensación de que nunca me alcanza el tiempo para nada. Siempre se me hace tarde, o hago las cosas con demasiada anticipación, lo cual conlleva a que después las olvide. Pero más generalmente se me hace tarde: se me pasa la hora, se me pasan los meses, se me pasa la vida y no hago nada. Y sigo creciendo, sigo adquiriendo más responsabilidades que provienen de acá y de allá. No sé cómo pasó, pero tengo ya dieciocho años vividos, tengo cosas que hacer y muchos planes que trazar. Pero no me molesto en hacerlo. Quiero, pero no me molesto. Dicen que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y yo, sí tengo que atenerme a eso, pretendo demasiado. Tengo miedo de que, como ahora, el tiempo se me vaya. Sin lograr nada, sin poder realizar al menos una de las tantas cosas que me gustaría hacer antes de morir. (EXAGERO)

Tal vez esté, no digo que no, al borde de un pozo (otro). Quizás al cambiar me de cuenta de que todo lo que pienso ahora es estúpido (lo cual ruego no pase, porque sería tristísimo, jamás me pasó hasta ahora, y el día que tenga que considerar mis puntos de vista como estúpidos, empezaría a pensar en que todos los demás con los cuales me animé a compartirlos los consideraron estúpidos también, y entonces sabría que también me consideraron a mi estúpida, y no, no, sería algo que estaría totalmente negada a aceptar, algo intolerable para mi yo orgulloso, y se caería integro el pilar de mi integridad [overreacting]), quizás mis parámetros cambien. De esto tenía la esperanza no hace mucho tiempo atrás, llegué hasta a considerar (como mis padres, dicho sea de paso), que todas mis cuestiones no eran más que una crisis adolescente, berrinches de una pendeja, que a fin de cuentas es lo que soy hoy en día porque años no me puedo agregar, y quizás para alguien que ya pasó por esté estado apocalíptico no le parezca nada más que eso mismo. Pero eso fue antes. Ahora, hablando de mí, creo que siempre voy a tener algo para cuestionar, porque tuve mis dudas conflictivas a los quince, las tengo ahora a los diecicho años de edad cuando se suponía tenía que asumir nuevas responsabilidades y madurar, y me atrevería a suponer que el día de mañana las voy a tener, en el futuro inmediato de los diecinueve, el no tan cercano de los veinticinco y en los trascentendes treinta. Pero no puedo planear un futuro así, porque no sé cuál es el plan para mí. No sé si hay un plan para mí. Y si lo supiera sería hacer trampa. Mejor me resigno, y vivo lo que me toca. Anyway, I’m not trying to fool anybody: this has no end.

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